Knet & Éniac - Grupo Iruña Navarra (65-79). Se busca un chip nuevo

No hay como sentarse, tras el partido, en torno a una mesa para cenar con un grupo relativamente amplio de seguidores, y compartir impresiones sobre lo visto, para hacerse una idea más o menos fidedigna de lo que puede pensar cualquiera que haya ido a ver el partido ante el Grupo Iruña.
Comentarios, muchos y variopintos, y las habituales personalizaciones en éste o aquél; si bien en general, una sensación común de cabreo, tristeza y desánimo, con un punto de desidia. El propio Jesús Sala hablaba en la rueda de prensa posterior de que lo peor que le pasa a este equipo es que ahora mismo no disfruta en absoluto jugando al baloncesto, y las opiniones de la grada (o de una parte de ella al menos, representada en esa mesa posterior) le hacían la correlación perfecta: "Es un equipo triste".

Del partido ante el Grupo Iruña, poco se puede decir (podéis leer la crónica pinchando aquí). Quizás que acentúa la línea descendente que empezó en el triunfazo ante León en San Mateos y en los partidazos jugados ante unos Burgos y Canarias que mucho tuvieron que abofetear para ganar (ellos y 'otros'); para empezar a enceder la luz reserva en el apartado de frescura en aquel extraño partido ante Lleida. Todo se acentuó ante Huesca, que aún quedó por medio una gran reacción por arrobas, para acabar de desplomarse anoche ante el vecino navarro, que controló con tremenda comodidad el partido y no dejó lugar a la menor capacidad de réplica de un Clavijo muy tocado mentalmente en la segunda mitad. Como otras anécdotas, caben señalar que el Knet & Éniac no llega al descanso por delante desde la segunda jornada, y más aún, que los 65 puntos anotados anoche es la cifra más baja desde hace... dos temporadas. También, y es otro detalle que se puede entender como clave, que es el primer partido de esta temporada en que los de Sala acaban con menos rebotes capturados que el rival. Se perdió un arma imprescindible en una noche en la que la irregular moneda de Starosta salió cara, para alegría navarra.      

Después de lo leído por ahí de algunos, mi sincera opinión sigue firme en el hecho de que hay plantilla, y desde luego, hay cuerpo técnico, para sacar esto adelante. Por mucho que en varias cabezas empiece a rondar esa sensación de que el año pasado había mejor equipo que éste. La comparativa daña precisamente porque ponemos en la misma balanza a aquel equipo lanzado, fortísimo mentalmente y en inercia imparable; con éste inseguro, timorato y psicológicamente molido por las varias bofetadas que han ido cayendo (Burgos, Canarias, las derrotas por una canasta...). Quizá se suman aquí dos factores: uno, que el bloque del año pasado no se ha acostumbrado aún a esta nueva condición de cola de león y sigue sufriendo al máximo cada derrota, ésa es la dinámica de este año para un equipo que desde el principio sabíamos que luchará por no descender. Y dos, que los referentes con experiencia en la liga fichados esta temporada para dar el salto de calidad y tirar del carro, no lo están haciendo aún.
En el fondo, volvemos al principio: no se divierten ellos, y por consiguiente no nos divierten a nosotros. Quizá todo se resuma a algo tan simple y complicado a la vez como es un cambio de chip. Lo pedía también Jesús Sala en la rueda de prensa: "Que recuperemos nuestra identidad y que, pase lo que pase, ante todo que al final de temporada la afición esté orgullosa de este equipo". Esta noche ante Navarra, por primera vez en mucho tiempo, no hemos salido con esa sensación, ni nosotros ni seguramente tampoco el equipo.

Por ahora, calma. Se ve todo negro, pero una simple victoria da la vuelta al panorama. Por ejemplo, este sábado que viene en Lugo. Optimismo porque hay tiempo y materia prima para ello, también porque el nuevo fichaje tiene pinta de poder aportar grandes cosas en un futuro próximo a este equipo.